Van y vienen

martes, 24 de enero de 2012

GÓMEZ IBÁÑEZ

Fue que a finales de 1951 nos mudamos al Puerto de Quejigares, a una finca llamada Gomez Ibáñez. Esta finca se situaba justamente en el km 41 de la carretera que lleva desde Almadén hasta la propia ciudad Real; más concretamente entre las poblaciones de Abenójar y Fontanosa. Fuimos allí -cómo no- a hacer más carbón, a desmontar la tierra una vez más. Nos alquilaron todo aquel terreno por tres años, y teníamos también derecho a cultivarlo como quisiéramos. De nuevo iba a pasar parte de mi niñez en pleno campo, rodeado de jara y de brezo, de lantisco y de madroños, de charnegas y de todo tipo de matorrales.

En Gómez Ibáñez comencé a fabricarme mis propios juguetes. Los construía con el corcho que le sacaba a los alcornoques. Y así, me divertía construyendo coches, camiones, mulos, caballos, ovejas, gallinas, cerdos y no sé cuántas cosas más, todas de corcho. Recuerdo que en una ocasión fabriqué un enorme camión donde se montaban mis dos hermanas. Les encantaba que yo las empujara cuesta abajo, y más de una vez recuerdo que estuvieron a punto de partirse la crisma.





Para trabajar toda aquella tierra mi padre y su hermano Vicente compraron una yunta de bueyes, con tan mala fortuna, que al poco uno de ellos enfermó y tuvieron que comprar un tercero. Milagrosamente, el buey  deshauciado sanó, y tanto, que llegó a ponerse enorme de gordo. Lo pusieron a la venta y con el dinero que les dio se compraron dos mulos para cada uno.
A Emilio, mi padre, que no debía tener buena suerte para los animales,  con el tiempo se le murió uno de ellos; y para reemplazarlo por otro me eligió a mí por que lo acompañara a la feria de Almadén. Yo tenía ya mis 15 años.

 De pie Vicente, el hermano de mi padre. 
Sentado, Enemesio, el hermano de Pilar, mi madre.

No hay comentarios:

Publicar un comentario