Van y vienen

domingo, 12 de febrero de 2012

Fuente Ovejuna

Sólo recuerdo la emoción de las cosas,
y se me olvida todo lo demás;
muchas son las lagunas de mi memoria
                                          
                                                  Abel Martín (Cancionero Apócrifo) A. Machado






En unas fiestas de San Antonio de los años cincuenta (yo tendría 11 ó 13 años) se reavivó, con  la indignación del pueblo y la revuelta, el espíritu libertario de la famosa obra de Lope de Vega.
Todo fue que el Consistorio dio instrucciones a los mozos de Alamillo para que fueran a por los toros hasta una finca que había en Fuente el Canto. La finca estaba guardada por Piruchi, y allí se encaminaron los jóvenes, festivos y entonados gracias a unas botellas de vino y coñac que muy amablemente se les había entregado junto con el encargo.
Estando ya de vuelta la alegre comitiva con los astados, y a la altura de La Cabrera, se les enfrenta la Guardia Civil  con la orden de que tenían  que devolver las vacas al lugar de donde las habían cogido.
Los achispados mozos no entendían a qué venía el tomarlos por tontos con eso de ir y volver, como si se estuvieram riendo de ellos. Así que se negaron y  plantaron..
Se montó una muy gorda en La Cabrera, y tal fue, que acabaron los jóvenes vapuleados y esposados. Entre ellos Feliciano, el de El Tortas, y  Joaquín el de El Gato, que era incluso concejal, por mediar por los mozos e ir a favor de ellos.
Y ahí vemos cómo bajo el sol de junio, la Guardia Civil viene arreando hacia Alamillo a los jóvenes cautivos en plenas fiestas patronales. Una afrenta que el Pueblo no podía permitir. Así que se apostaron todos los alamilleros de bien a la altura de La Cañaílla para evitar que sus paisanos fueran tratados como criminales y entraran en el pueblo con cadenas.  A modo de barricada, unos con palos y otros con navajas, consiguieron su propósito, y los mozos pudieron entrar libremente en la población con la muñecas libres de hierros. La anécdota fue que a uno de ellos no le quedó más remedio que entrar con esposas porque se había roto la llave que las abría.
Es difícil de entender qué movió al alcalde a meter la pata con aquel error que encendió tanto los ánimos. Igual a mí, como era chico, se me escapaba alguna razón, pero lo cierrto es que tal y como lo he contado era como se guardaba en la memoria de todo el pueblo y así se relataba.
Esas fiestas de San Antonio ya estaban acabadas antes de empezar. Los animos del pueblo estaban encendidos, y no querían que los festejos tuvieran lugar como si nada hubiera pasado.
Y era tal el polvorín montado, que cuando Jacobito, el alcalde, mandó regar la plaza para prepararla para el Baile, cuentan las lenguas que hasta su propio hermano, el boticario, se fue a él y le dijo:
-Mira lo que te digo, Jacobo, como se te ocurra montar baile cojo y te pego cuatro tiros, y un quinto me lo pego yo.
Aquellas noches de San Antonio todo el pueblo estaba efervescente, hartos de que los de siempre les hicieran tragar morcilla taranga. Fueron noches en las que iban como en procesión hasta el ayuntamiento gritando "Fuente Ovejuna, todos a una!!!!!!" Cansados de que en aquellos años cincuenta los poderosos los trataran siempre como a muñecos, le echaron un par de cojones al asunto.
Cómo me gustaría que todo aquel que guardare noticia de este pequeño levantamiento de nuestro pueblo se animara y expusiera su versión o lo que recuerda que le contaran.

2 comentarios:

  1. Más o menos así fue. Aunque hubiera ido en detrimento del sentido literario hubiera sido intresante haber aportado mas tatos, y, sobre todo su fecha exacta, como documento histórico alamillero.

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  2. Nada me gustaría más, amigo Anónimo, que los que estuvieron o tuvieron noticia de aquel momento, dieran más detalles, pues lo que yo expongo, efectivamente, es pobre como memoria que es de un niño que lo vivió, y que luego se alimentó de la leyenda que fue creciendo. Gracias por pasarte y comentar.

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