Van y vienen

viernes, 17 de febrero de 2012

¿He hablado ya de Gómez Ibáñez? SEGANDO

Y es que aquellos momentos y aquella finca dieron para mucho, y me vuelven una y otra vez a la mente, a destiempo y alocados..
Uno de los años que allí estuvimos llegamos a cocer cinco mil arrobas de carbón, que se dice pronto, pero hay que hacerlas. Yo tenía 16 años, y resultó que los mayores (mi padre, mis tíos Vicente y Nicolás, y El Lobo) se fueron a Abenójar a tratar con un abogado, porque los dueños de la finca querían echarnos injustamente a todos antes de que acabara el contrato.
Nosotros éramos ya casi unos hombres, así que nos dejaron a mi hermano y a mí a cargo de los cerca de  veinte hornos que tenían encendidos entre mi padre y su hermano.
Con nosotros se encontraba también mi primo El Tripa, pero éste casi no contaba, pues no tenía ni la menor idea del negocio de los hornos. Así que allí quedaron Cándido y Fructuoso, subiéndose a este horno, y bajándose de áquel, haciéndo frente  al trabajo con la furia y el brío de nuestra juventud.

También recuerdo que en otra ocasión estuvieron con nosotrros segando, Palomino, Rufino (el hermano de El Chinche) y El Mochuelo. Este último, antes de empezar la faena, se dirigió a nosotros sacando pecho, y nos dijo:
-Bueno, en cuantito yo me espatarre aquí, os vais a enterar de lo que es "segar".
Pero acabó la jornada, y aquella lección que nos iba a dar no llegó a producirse. Quizás es que no llegó a "espatarrarse" como él pretendía.

También segando, otro año nos acompañaron Pepe el de Tínex, su hermano Daniel (que luego se casaría con mi hermana Pilar para entrar así en la familia), Emilio Tres Pechos, y otros de cuyos nombres no quiero acordarme. Nuestra temporada de siega era de dos meses: uno en el pueblo a jornal, y otro mes en lo nuestro.

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